martes, 7 de diciembre de 2010

Apellidos e Identidad personal.


Ahora que ha pasado un tiempo desde que el gobierno de nuestro país lanzó uno de esos “globos sonda” para entretener al personal, con lo de la posibilidad de cambiar el orden de los apellidos, me decido a tratar este tema que considero apasionante.

Durante mi estancia en la República Democrática de Sao Tomé e Príncipe del 90 al 92, me chocó que las personas tuvieran lo que llamaban “nome de casa”, “nome da escola” y “nome oficial”.

Según Romualdo de Gelo Fraire, escritor, poeta y investigador sevillano contemporáneo, en su estudio genealógico familiar, “el nombre de familia, el apellido, no aparece sino con la sociedad romana. Se ha demostrado que lo tomaron de los etruscos.” Mientras que en china In China, según la leyenda, los apellidos comienzan con el emperador Fu Xi en el 2.852 a.d.C.[1,2].

“Etimológicamente la palabra apellido viene de latín -appellare- -apelar- dirigir la palabra, llamar a alguno, su derivado es apellidar -appellitare- llamar repetidamente etc. y como apellido en el sentido literal de familia como lo conocemos actualmente, no se empieza a usar hasta el siglo XV y en el XVII todavía se empleaba el de -nombre cualquiera-.”

Es curioso observar que la página de wikipedia que desarrolla la palabra “apellido” en español es menos desarrollada que su equivalente en inglés “family name”. Sin embargo, ambas páginas ponen de manifiesto el uso universal del apellido, generalmente único, y el poco común uso del sistema español de registrar los dos apellidos tanto del padre como de la madre. También destaca el hecho de que en muchas culturas las mujeres adoptan el apellido de marido al contraer matrimonio. Y lo que es el particular uso de los apellidos en los apellidos lusófonos, poniendo en primer lugar el de la madre y en último lugar el del padre, aunque reconociendo en todos estos países que el “importante” es el último. No sé si aún se conserva una costumbre que me relataron amigos portugueses y yo mismo comprobé, de tachar los apellidos intermedios, a veces varios a gusto de cada cual, en las tarjetas de visita significando cierta amistad o familiaridad, cuando te la entregan.

Abundando en todo esto, es chocante el uso y costumbre de cambiar de nombre según los acontecimientos de la vida en un individuo, como recoge Nigel Barley en la página 65 de su famoso libro “Una plaga de orugas: el “antropólogo inocente” regresa a la aldea africana” donde describe su visita a los Dowayo en Camerún.

Siguiendo a Gelo Fraire: “El sistema de dos apellidos y su transmisión (primer apellido del padre + primer apellido de la madre) es legalmente obligatorio y ha estado en vigor desde hace más de un siglo. Hasta la primera mitad del siglo XIX, la transmisión y el uso de los apellidos siguió las mismas reglas pero se admitían muchas excepciones, que pueden complicar una investigación genealógica. Hasta el siglo XIX se podía dar el caso de hermanos y hermanas que tuvieran apellidos diferentes, siendo hijos del mismo padre y de la misma madre. Esto era así porque en esas familias se extendió la costumbre de que cada hijo o hija escogiera sus apellidos de entre los existentes en las generaciones de sus padres y sus abuelos. Nada impedía que alguien llevara como primer apellido el segundo apellido de su abuela materna, seguido del primer apellido del abuelo paterno, por ejemplo. Las razones para escoger uno u otro apellido podían ser: la persona en cuestión los tomaba como homenaje especial a un antepasado concreto; o bien, el portador entendía que los apellidos escogidos eran de mayor prestigio social que los otros existentes; o, en algunos casos, era una obligación impuesta en un testamento para recibir una herencia de un abuelo o abuela, o algún pariente.” En mi familia, he podido comprobar que esto se ha producido. Por ejemplo si nos remontamos a seis/siete generaciones anteriores por parte de mi abuela materna, su retataratatarabuela se llamó María Rosa Serrano Santaella y fue hija de José Antonio Serrano Santaella y Francisca Josefa Rodríguez de Burgos (gracias a mi tío Pepe q.e.d. y mi primo Miguel Ángel por el dato).

Así pues, ante tal desconcierto de variabilidad en torno a algo que uno puede considerar tan inmutable como su propio nombre, me pregunto ¿hay algo que no sea relativo o cambiante en este universo? Pese a ser a priori escéptico, quiero estar con Franco Battiato y seguir pensando:
Busco un centro de gravedad permanente
que no varíe lo que ahora pienso de las cosas, de la gente,
yo necesito un... cerco un centro di gravità permanente
che non mi faccia mai cambiare idea sulle cose, sulla gente.

Porque verdaderamente, y aquí es donde quería llegar: disfrutar de una identidad en tu entorno social no ha de ser un privilegio sino un derecho, … como resalta la reciente campaña “un Nombre, una Vida” de la Fundación Antena 3 y la ONG “Agua de Coco “Un niño, si no tiene un nombre… sencillamente no existe. Tener un nombre significa algo tan simple como conseguir una buena educación, poder votar, tener acceso a una vivienda, o conseguir ser atendido por un médico…” 'UN NOMBRE, UNA VIDA'










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REFERENCIAS:
1.- Seng, Serena (2008-09-15). "The Origin of Chinese Surnames". In Powell, Kimberly. About Genealogy. The New York Times Company. http://genealogy.about.com/library/authors/ucboey2a.htm
2.- Danesi, Marcel (2007). The Quest for Meaning. University of Toronto Press. p. 48. ISBN 9780802095145. http://books.google.com/?id=as6_qARSebIC. Retrieved 2008-09-21
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Apellidos e Identidad personal. by Jesús Almeda Ortega is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License.
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