Durante este periodo vacacional,
he tenido oportunidad de dedicar buena parte del tiempo a la gratificante
actividad de la lectura. Aunque no es el mejor criterio busque un libro entre
las estanterías de best-sellers por el título y la sinopsis de la
contraportada. Así cayó en mis manos "Más
allá del hielo" de Douglas Preston y Lincoln Child.
A
parte del tema curioso que trata -buscadores de meteoritos-, y final más o
menos original, es de aquellos de los que engancha con su lectura. Pero lo que
más me ha llamado la atención, y por ello me ha gustado leerlo, es la idea o
concepto que expresa en su página 130, y que yo desconocía: la existencia de
una "isla de
estabilidad" en la tabla periódica de elementos químicos, más allá del Uranio.
Transcribo directamente del
libro: - "Durante muchos años, los científicos han buscado elementos cada
vez más pesados en la zona más alta de la tabla periódica. La mayoría de los
que han encontrado tienen la vida muy corta: sólo duran un milmillonésimo de
segundo, y luego se convierten en algún otro elemento; pero existe la teoría de
que muy, muy arriba de la tabla periódica podría haber un grupo de elementos
que si fueran estables, que no se descompusieran. Una isla de estabilidad.
Nadie sabe qué clase de propiedades tendrían, pero serian extrañísimos y muy,
muy pesados."
Ello se basa en el modelo de
capas del núcleo, cuya hipótesis es que el núcleo atómico está construido
en «capas» de una forma similar a las capas de electrones en los átomos. Siendo
que cuando el número de neutrones y protones llenan completamente los niveles
energéticos de una determinada capa del núcleo, la energía de enlace nuclear
alcanza un nivel mínimo suficiente y esta configuración será estable y tendrá
una vida más longeva que los isótopos de esos compuestos que no han completado sus capas.
Durante la
última década, investigadores del Instituto
de Investigación Nuclear de Dubna (Rusia) han trabajado en la creación de
elementos químicos con número atómico 113, 114, 115, 116 y 118. Pero más recientemente
han conseguido el elemento 117. “Para
lograrlo, colisionaron en el ciclotrón de su laboratorio, calcio 48, un isótopo con 20
protones y 28 neutrones, y berkelio
249, un elemento que tiene 97 protones y 152 neutrones. La colisión permitió
crear dos isótopos de un elemento con 117 protones, uno de ellos con 176
neutrones y el otro con 177.” Contrariamente a los elementos anteriores,
radiactivos y de vida corta, el isótopo más pesado del elemento 117 descubierto
muestra una vida media de 78 milisegundos. Y este descubrimiento en Dubna sustenta la
probable existencia de esa Isla de estabilidad, y abre muy buenas perspectivas
para la síntesis de nuevos materiales que quien sabe para lo que puedan servir.
En el proyecto participaron los laboratorios nacionales de Lawrence Livermore
y de Oak Ridge sumado a las universidades de
Vanderbilt y de Nevada (Estados Unidos) y los Institutos
de Investigación para Reactores Atómicos de Dimitrovgrado,
además del de Investigación Nuclear de Dubna (Rusia). –Fuente: “La
hora del sapo”.
Transcribo también de otro blog –Migui–
que habla de estas noticias: - “Algunos
teóricos especulan con que la isla de estabilidad podría rondar el número
atómico 164, lo cual es muy lejos aún, comparado con el número 120 que es donde
se trabaja en la actualidad. Alcanzar las orillas de la isla requerirá un
conocimiento mucho más profundo de los procesos de formación de los elementos y
nuevos y más grandes aceleradores de partículas.
Es difícil saber qué uso práctico podría tener la búsqueda de elementos super pesados. Por ahora, se centran en el descubrimiento, no en la aplicación inmediata. Pese a todo, algunos elementos sintetizados previamente han tenido un beneficio social enorme. Por ejemplo, el Americio (de número atómico 95), sintetizado en 1944 es utilizado en detectores de humo y en radiografía médica e industrial.”
Cuando yo estudié Física y Química por última vez -1975- iban por el Laurencio y el Rutherfordio (Lr103,
Rf104) y es agradable ver lo que se ha avanzado en tan poco tiempo. Hoy, supongo que el más moderno Gran
Colisionador de Hadrones del CERN
(Organización Europea para la Investigación Nuclear) cerca de Ginebra,
en la frontera franco-suiza, servirá para
algo más que dar argumento al inicio a una serie
de televisión de relativo éxito como “El Barco”, con las sospechas
catastrofistas de crear agujeros negros.
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